Ahora que estoy empezando de nuevo, mi forma de ver las cosas y de hacerlas no cambia. Y es curioso, porque he tenido que detenerme ante la vorágine por lograr el equilibrio, que hace que quiera todo de manera acelerada, para no tener tiempo de pensar, recordar o imaginar lo que no quiero.
Me siento cada día más fuerte, y eso es bueno, y de hecho en este proceso hay caídas, desahogos, como se espera. Estoy poniendo al día pendientes que me permitan dejar en orden asuntos laborales, asuntos que son también compromisos. Para de ese modo replantear el futuro.
Estoy en ese camino. Es hora de terminar cosas para emprender otra vida, lejos del mundo viciado y trastocado, empequeñecido, es en lo que se convirtió mi mundo. Un mundo que ya no reconozco, que ya no lo quiero, así como está me hace daño. Por eso el afán de cambiarlo todo. Creo que ya cumplí una etapa importante de mi vida. Ahora estoy en búsqueda de la otra parte que me toca vivir.
Ahora quiero una mochila más ligera, con mi cámara y mi bicicleta. Ir tan rápido para sentir el viento en mi rostro, el calor del sol en mi cuerpo, y el viento frío de la noche para refrescarme. Detenerme de vez en cuando y captar para mí el mundo bello que quiero conservar en imágenes, para apropiarme y que me pertenezca ese pedacito de mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario