Cada día una nueva batalla

El dolor de cada día, el dolor de cada noche, son los recuerdos, recordarla en lo que me rodea. Esta es mi batalla cotidiana, una batalla dolorosa, dura, que me cuestiona, que me exige mirar las cosas con otros ojos, pero aún no puedo, no sé cómo hacerlo. Ahora, aún en el trabajo, me entristece regresar, me vienen los recuerdos de cada detalle que conforma mi casa. Los adornos, los arreglos: qué va en dónde por qué, "te gusta allí?", "te parece esto?", "te gusta?". Salíamos a ver cosas para la casa, paseando, tonteando. Pero por qué recuerdo todo ello ahora? solamente me hace daño.

Así son las batallas que debo librar, yo y mis recuerdos, la lucha de alejar de mí la historia que cada objeto tiene, las valoraciones y significados que cada objeto tiene en mi casa. No es fácil, porque la única manera de quitar cada recuerdo, es desaparecer todo....pero es justo? Ahora tendré que redecorar, dinero? por ahora no, ganas o ánimo? tampoco. Entonces, qué puedo hacer? Ya retiré las fotografías, sus cosas ya no están. Pero queda lo compartido, lo que fue dándole el toque "nuestro", reflejo de nuestras decisiones y gustos.

Es increíble, cómo las personas les damos sentido a los objetos. Antes cada uno de ellos brillaban. Ahora, parece que cada uno de los objetos la extrañan, así como yo. Todo se ve opaco. Como si fuera otra casa.

No me hace bien coincidir contigo. Lo malo de trabajar lado a lado, es que en el camino de regreso, bajas de la van antes, y solamente yo llego al destino de siempre, nuestra casa, mi casa. Hoy no lo he podido soportar, me ha consumido.

Enfrentar esa realidad es duro. Pero como toda batalla, debo planear una estrategia, aquella que me haga ganar la guerra. Así que tengo que arriesgar. El primer paso. A pesar de mis pasivos, tengo que "invertir" en mi tranquilidad. Crear un nuevo espacio, llenarlo de mi, de mis gustos, de mi genio, de un aire diferente. Un nuevo espacio para sobrevivir, para luego vivir.