jueves, 9 de mayo de 2019

En tu memoria...Con Amor más allá del tiempo.

Los lazos que perduran son aquellos que no se ven, aquellos que rompen el alma cuando sientes que te fallan, y no tienes la edad para asimilar, rompen tu  statu quo. Pero sanas, y perdonas. Magnífico perdón, liberador de toda esa carga negativa, descarga del dolor, tan pesado, tan hiriente. Y lo que viene por añadidura es que libera también a la otra persona.

Los lazos de la sangre nunca se rompen, ni siquiera una transfusión, porque, allí donde la fabricamos, está el ADN compartido. Imposible de borrar. Por eso es tan doloroso cuando fallan, cuando se van, cuando te dejan, no sólo a ti, si no toda la historia vivida como familia unida... En ese momento se abre una puerta hacia una madurez adelantada, esa fue mi experiencia. Donde tuve que lidiar con mi primer corazón roto. A pesar del dolor, sabía que en su momento me encargaría de su salud y enterrarlo. Esa idea lejana, muy lejana...Luego de algunos años, ese corazón se compuso, y la relación maduró, crecí.

Mi padre ya no está. Cumplí mi promesa.

Ha pasado tan poco tiempo, un rápido desenlace, y sin embargo la sensación es que ha transcurrido mucho tiempo. Tuve que enfrentar un solo dolor a la vez, y los dos al mismo tiempo. Mi mente, mi preocupación, mis fuerzas estuvieron enfocadas en el bienestar de quien estaba pronto a dejar esta vida e iniciar otra, incluso ayudarle a dar el paso con paz, qué difícil...Pero el Señor me sostuvo hasta el final...hace 54 días...y recién hoy puedo escribir de este sentimiento profundo....y sí viví dos situaciones de dolor.

Me siento en paz con tu partida padre, todo está bien entre tú y yo, todo estará bien como cuando te lo dije, en esos silencios tuyos, pero sabía que me escuchabas. Si estas letras viajan por finos hilos que se convierten en hondas invisibles, las podrás leer, o escuchar en una dimensión que desconozco, y también seguiré cuidándola, mi otra mitad, mi otra parte de mi ADN.

Sí, así estoy, y creo que mi tristeza se duplica.
Una pasará, lo comprendo, y sé que se queda en mis venas, en mi corazón y en mi memoria.
La otra por alguna razón se está demorando, y también pasará. Lo estoy procesando recién y lentamente. Mis fuerzas y atención, estuvieron depositadas en quién me necesitaba, quien lidiaba entre la vida y la muerte. Pospuse los momentos donde nuevamente  tenía que argumentar que todo es posible si hay amor, soñar, que confiara, en fin, amar. No tenía que convencer ni explicar lo que debe nacer: el amor, que no es otra cosa que vivir, porque el amor es eso, vida.

Considero que hasta en la muerte hay un acto de amor, hay amor. Y es el que deja quien parte. El amor que une y reúne alrededor de la despedida, cada uno de sus hijos somos un acto de amor, el amor actualizado, hechos personas. Por eso: Con Amor, más allá del tiempo...

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