A finales del año pasado, hace tan solo cuatro días, no sé cómo, no sé de qué manera, pero todo cambió. La configuración de mis días, de mis sentimientos, han pasado por un cambio que no me lo esperaba. Todo se desarrolla como una vorágine, y al mismo tiempo como dice la canción "sin prisa, sin freno" (claro, Rosana).
Tengo tanta, pero tanta ilusión que me embarga. Ya no hay más pena, ya no hay más melancolía. Solamente ilusión. Mencionaba antes que vivo ahora por impulsos, los cuales están marcando el día a día. Los horarios, los planes se trastocan, para vivir de una manera diferente, sin dejar de tener objetivos.
Estoy dejando fluir mis sentimientos, mi vida, mis ideas. Me siento ligera, me siento plena. Ha sido el regalo del nuevo año, una nueva vida.
Fresca y alegre, fuerte y sensible, impaciente y decidida, de colores y frases, como un garabato quizás, es ahora quien doblega poco a poco mi visión del mundo.
Sin prisa, sin freno, solamente fluir, vivir, encontrar el equilibrio, buscar la paz, y reencontrarme con el amor.
Esta noche, la luna en cuarto creciente, es como lo que ahora estoy viviendo, y cómo me estoy sintiendo. Esta noche de verano la luna ilumina un cielo despejado, sin nubes, sin cargas, y su luz le da armonía a esta cálida oscuridad.
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