viernes, 9 de noviembre de 2018

Vivir plenamente


Pasan los días como si fueran semanas o meses....parece tanto...y es por la intensidad de lo vivido. ¿Los sentimientos se transforman? Lo vivido se convierte en historia reciente. Las experiencias nuevas se convierten en catalizadores de las experiencias pasadas y te dan la oportunidad de reevaluar tu vida anterior, de valorar, de saber que no eres un juez ni sabes todo de los sentimientos o de la vida como pensabas. Te das cuenta que sigues aprendiendo de lo más importante: sobre las personas, conocimiento trascendental porque conoces sus corazones, y eso es un privilegio. Este conocer es al mismo tiempo complejo porque cada una de las personas son y serán diferentes, no hay nadie igual. Las experiencias, las circunstancias tienden a cambiarnos incluso. La atención es que debes conocerte a ti, más que a nadie, en todo momento.

Entonces, observas que hay algo que va cambiando en ti, y es la forma que concibes la vida, las relaciones, si existen o no puntos de quiebre, si existen los nunca jamás, si existe el no mirar atrás, si tienes que dejar atrás, porque tienes que seguir. Cuestionas lo que sientes. Empiezas a generar las preguntas esenciales. ¿Qué es el amor? ¿Qué es estar enamorada? ¿Qué te lleva a movilizar todos tus sentidos hacia un objetivo que puede ser o no la costa donde descansará tu barca? ¿Por qué arriesgarse? ¿Por qué apostar?

Creo que el amor es un motor, es fuego que llevas dentro, es agua, es luz, es fuerza, es poder, es voluntad. No solamente es la suma de sentimientos, no, va más allá. El amor es la capacidad de acercarte a una persona y mirar su corazón, si la química (porque es lo que hay y es lo que es) permite la sincronía, entonces se inicia un camino de enamoramiento. ¿Química pura? No. Se trata de una serie de coincidencias en el pensamiento, reflexión, sensibilidad, valoraciones, que se comparten. Y no hay duda, te enamoras.

Mientras te encuentras en ese estado, hay una revolución en tu ser, tus cinco sentidos se ponen a marchar, se engranan como la maquinaria de un reloj suizo. Es maravilloso lo que experimentas, incluso químicamente (serotonina, dopamina), pero lo importante es pensar en alguien y saberse pensado por alguien, con deseo y respeto, con añoranza e ilusión, alegría y dolor, extrañas sin haberse tenido.

Realmente no sabes si durará. Claro, en ese nivel probablemente no, el estado de exaltación puede ser pasajero. Sin embargo, como acto reflejo, sabes que hay que dar otro paso. Descubrir y develar a la otra persona y a ti, para saber si es posible llevar lo que sienten a otro estadio. Ese que fortalecerá el lazo: cuando te preocupas y buscas la felicidad del otro ser, y ello es recíproco. Entonces se produce el milagro del amor. Todo en plena libertad, sin que ello signifique sacrificios, sino signifique incluso el privilegio y bendición que compartir la vida con todos sus matices, dejando el “yo” para ser “tú y yo”, dos seres que se encuentren en armonía y sintonía.

Pienso que los seres humanos, de manera instintiva buscamos, sin realizar esa acción necesariamente, vivir la vida compartiendo con otro ser. Vivir en libertad compartiendo ideas, sueños, sensibilidad, amándose intensamente. Si se logra la bendición de tener (amar) y que te tenga (ame) otra persona, maravilloso. Por eso movilizamos nuestros sentidos. Cuando percibes, incluso en ese momento tan incipiente, que esa persona puede ser, te arriesgas, apuestas a dar el paso, sin ese paso no sabrás si era la persona o la costa donde descansarás. Pero ese paso, el atrevimiento tiene que ser de dos, no hay otra manera, de lo contrario, aunque duela, no será, por más frustrante que pueda sentirse.

En este momento de mi vida, al haber experimentado el amor, la tristeza, el dolor, la añoranza, el temor, los planes derrumbarse, reconstruirme, el apostar nuevamente, amar, olvidarme de mí y de quien estaba a mi lado (inconsciente pero culpable); el engaño; perdonar; recomponerme, retarme a seguir; volver a sentir, volver a confiar en mí; amar nuevamente...sin embargo, la frustración de ver alejarse ante tus ojos algo tan maravilloso que no puede ser (porque no puede o no quiere, las circunstancias?), a pesar de lo intenso, a pesar de compartir eso no denominado que permanece tan dentro de ti, eso que va más allá de la ilusión, que se teme llamar amor, y que sea recíproco.…luego de todos estos torbellinos ahora mi ser grita que necesita reencontrarse.

Este reencontrarme a solas, ese conmigo, tan necesario, se hace vital. Hay una profunda tristeza esta vez. No la sentía hace mucho, pero al mismo tiempo es diferente. Y es tan parecido a percibir el fin de una etapa en mi vida, donde me alejo, esperando  y  no esperando nada. Una contradicción, donde siento y debo dejar de sentir, aunque no encuentre razón para ello (porque corazón y cerebro están en desacuerdo). Pero sé que debo dejarle ir para dar paso a mi libertad, esa que me ayudará a encontrar mi futuro.

Un futuro para actuar según la experiencia y la reflexión, para seguir aprendiendo, un futuro donde acaso es posible continuar y encontrarnos para no soltarnos, o un futuro para vivir en perfecta armonía solamente con mi ser, y mis seres queridos. Un futuro para vivir plenamente.